Los Susurradores de casas, capítulo II

 II.-Susurrante no hay uno solo                                                                     Por AlexSalas





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El viernes no tardó en llegar, Camilo quedó de juntarse con Farfán en El Cuervo, ingestarían en consecuencia y después partirían a conocer la casa recuperada.  Camilo llego antes como siempre, su amigo tarde y acompañado por una joven media punky, asunto que no gustó nada a Camilo que “prefería mantener reserva con desconocidos o desconocidas”, y no se aguantó, antes de que Farfán  le presentara a su amiga, le dijo  que era tema delicado, que había que ser discretos y que las personas involucradas debían ser sensibles y sobre todo  buenos para tomar.

-Oye, Cecy, es de mi absoluta confianza, y además le encanta el copete, como tan desconfiado -Alegó todo defensor Farfán- Dile tu misma, Cecy.. dile tus capacidades a este mal educado-

Cecy, miró displicentemente y susurró: ¿Vamos a tomar o solo hablaremos?, menos bla blá y más glú glú… una risotada cerró la mini discusión y rápidamente pidieron las cervezas correspondientes a Pancho, el garzón favorito del local. Mientras bajaban las botellas, Camilo, contó calmadamente su historia con esa casona derruida, a la que él le había susurrado dándole ánimos, y como luego la había visto arregladísima, se hizo de su propio lenguaje técnico, llamó “sesiones susurrantes” al acto que había realizado, usó la palabra “esotérico” 10 veces, “poético” 5 veces, usó “redención” dos veces. y con un “Y así no más pasaron las cosas” terminó el relato y se tragó ruidoso el último vaso de cerveza.

Cambiaron a piscolas, Pancho pedía al barman que las hiciera “con cariño” que eran para esos clientes- amigotes, hacían un nuevo brindis cuando Cecy comentó: “Oye y si vamos a ver el lugar, podemos quedarnos en tu casa, que Farfán vive en La Cisterna y yo en El Bosque: Lejos, mi buen... ”.

Camilo la miró y la encontró bien bonita, pensó que tal vez a ella le había gustado él, y al decirle eso le estaba dando una señal de apareamiento, después pensó que no, que ese era el  rollo de un tipo de borrachos que él detestaba, pero sobretodo porque recién estaba mareado no más, faltaba mucho para entrar en la categoría final de “ebrio” o “curado”, como sea aceptó, mal que mal nunca nadie lo visitaba –Ya se quedan en mi casa pero lo principal en esto es …¿ me creen?- remató Camilo, con tono exigente.

Farfan dio un trago largo y contestó: “Mira, yo quiero creerte, el tema es que si te hubiese pasado sobrio sería más fácil de asimilar,  o sea y si en realidad la casa siempre estuvo buena, y tu estás delirando de puro intoxicado que estabas…por ahí lo soñaste,  a veces uno mezcla….yo me acuerdo en la U que te ponías a contar tus sueños y eran cosas realmente demenciales, esa compañera que teníamos…Olave, se aterraba con tus relatos de sueños, ella una vez me contó que se afectaba mucho y terminaba teniendo pesadillas peores que las tuyas”.

No eran pesadillas!- contradijo tajante Camilo –Además por qué nunca me dijiste eso de la Olave, ella siempre fue amable conmigo, en ese paseo a la playa , en Isla negra tuvimos algo, nos dimos unos besos, no me habría besado así, tan apasionadamente si se asustaba tanto con mis historias, ¿no crees?-

- ¿Tu y la Olave se besuquearon? ...mira como me entero, bueno a mi me decía cosas completamente diferentes, raro…- sostuvo todo tendencioso Farfán.

-Disculpen les interrumpa sus recuerdos universitarios, pero yo, por lo menos, me quiero cambiar a vodka y cuando eso sea quiero opinar respetuosamente de todo lo aquí narrado- interrumpió Cecy con la voz algo traposa-  ¿No se si les parece la idea?-

Ambos asintieron, y llegaron los destilados, con las correspondientes tónicas y hielo, Cecy amplió didácticamente la incredulidad de Farfán con la historia de Camilo, dando ejemplos de conocidos de ella algo mitómanos o alucinados que se creían sus propias mentiras o delirios, contó el caso de uno que sufría “una especie de delirium tremens” y que cuando se emborrachaba sostenía una supuesta conección con “el co-mundo”, al que entraba por las manchas de humedad del cuartucho donde vivía, entonces bebía se concentraba en una mancha del muro y ahí estaba en ese mundo paralelo, que lo llevaba a casamientos africanos o a aventuras en otras épocas, en casi todas terminaba de rey o en un romance con doncellas bellísimas, asunto que les confirmaba a todos lo delirante del relator que era un anciano desdentado que se bañaba poco.

-¿O sea no le crees por viejo y feo?- Agregó Camilo , bastante molesto con el relato y ,sobretodo, con las risas exageradas de Farfán, que cuando empezaba a entrar alcohol en su cuerpo se ponía demasiado bullicioso, las cejas se le arqueaban y el gesto burlón de la boca se le remarcaba en una risa abierta y malévola.

-Para nada, solo constato los hechos para dar pruebas que el trago en ciertos metabolismos produce alucinaciones graves-  Respondió Ceci, y con cierto aire de superioridad remató: “Tengo dos años de sicología, algo se de lo que hablo”. A pesar del tono autosuficiente, su lengua sonaba cada vez más traposa, los vodkas no dejaban de llegar y Camilo se sentía cada vez más fuera en lo que hablaban o conjeturaban Cecy y Farfán, él nunca había sido tipo de peleas, la riña no iba con él, pero si hubiese tenido las condiciones, esa noche le habría partido gustoso la cara a Farfán, todo con tal de que se callara de una vez, o por lo menos dejara de reírse tan estrepitosamente, seguro ellos tenían química, si no por qué habría invitado a esa desconocida a opinar sobre asuntos que ni le importaban, todo se esclarecía en el mareo, la curadera, la curda: esos dos tenían una onda romántica no asumida, y él solo había sido el comodín para acercarse, un celestino involuntario de esa “farsa periodística, pseudo sicológica”, por lo menos él si había terminado su carrera.

Volvió del baño con el pelo y la cara mojadas, antes frente al espejo había ensayado lo que les diría. Salió y se envalentonó para lanzarles un ultimátum: “Y bueno, tortolitos, ¿vienen conmigo o no?”

-¡De allá somos! / ¡ A lo que vinimos!/ ¡ Para eso están los amigos!- dijeron casi al unísono, mientras pedían la cuenta y se ordenaban la ropa, pensando podían disimular lo crudísimos que estaban.

Salieron de El Cuervo en dirección al norte , mientras Camilo trataba de trazarles el mapa para irse caminando, era importante cumplir con el ritual, tal como la casualidad lo había diseñado semanas antes.

-¿ A pie, hasta allá?, son como diez cuadras o más, estás loco, a mí el cuerpo no me da para una caminata así- rezongó Farfán, mientras Cecy asentía con la cabeza, e indicaba sus pies con zapatillas acordonadas hasta arriba, para explicar que los tenía hinchados, o algo así.

Con esa inmensa sonrisa ebria , Farfán hizo un extraño gesto con la mano, se hurgó en el bolsillo y lanzó lo que para él era la solución definitiva: “¡Yo pago el taxi!”.

Camilo elevo su mirada al cielo, muy borracho estaría pero esto había sido demasiado, estaba “ofendido”, “indignado”, “desautorizado”, “menoscabado” y todas esas palabras terribles que usaban sus empleadores para victimizarse. O sea era precisamente su estado etílico lo único que lo dejaba en una actitud resignada, pasiva…optó por llegar con ellos hasta el final y demostrarle in situ que no mentía , ni estaba loco… tomaron el taxi, lo manejaba un señor mayor, Camilo se fue de copiloto, Cecy y Farfán en el trasero, empezaron prontamente (mucho antes de enfilarse por avenida Perú) a besuquearse con fruición, Camilo solo miraba la ventana, y las luces que pasaban “como la vida”, el viejo chofer no dijo nada, todo fue silencio y besos hasta que Camilo lo rompió con un: “Me deja en Santos Dumont con Humorista Carlos Helo, doble acá yo le indico”.

Por primera vez el taxista miró a Camilo, con los ojos así de abiertos, soltando risitas nerviosas…

-¿Le hicieron una calle al humorista?- dijo  soltando una risa un poco más fuerte.

-Antes se llamaba Rio de Janeiro- apuntó periodísticamente Camilo, tratando de hacerse el serio, mientras atrás los abrazos , besos y arrumacos coexistían, sin importar un mañana.

- Como sea antes y ahora tiene nombres de risa- agregó el chofer soltando ya una risotada hecha y derecha.

- ¿ Por qué lo dice?- preguntó atentamente Camilo.

- Ahora por “Humorista..”, y antes ME Rio de JA-JA-JA-Janeiro- agregó el señor ahora si carcajeándose estentóreo, tanto que la dupla trasera salió de su trance y aportó con nuevas risotadas, tono medio, tono bien alto. Camilo, se contagió inevitablemente con esa “risafonía”, el sonido fue lo que lo sedujo porque el chiste no lo entendió o simplemente ese señor era como su tío latero, hermano de su mamá, que se hacía el gracioso declamando o contando chistes malos.

Al bajar, fueron disminuyendo las risas, el chofer con notorias ganas de “más, pero no se puede” les pasó una lata de cerveza agradeciendo el buen momento – Tómense esta por mí, y por Carlitos Helo, Dios lo tenga en su santo reino, que nos regaló este momento de humor…- dio la media vuelta impecable y soltó un último : “¡¡¡Aunque a mí me gustaba más Firulete!!!”…

Y se perdió en la noche recoletana, sus risas se siguieron escuchando unos momentos después de desaparecer por avenida Perú al centro.

-¿Y quien diablos es Firulete?- preguntó al aire Farfán, abrazando todo seguro a Ceci, que soltaba una seguidilla de eructos pequeños.

Acelerando el paso Camilo respondió:

- Un humorista supongo, así comooo…-

-¡Como Carlos Helo!-

-Si, como ese… -

-Oye pero abre la cerveza, pues, ¿o te la vas a guardar para tu casa?- vociferó con tono cargante Cecy… Camilo abrió la lata y pegó un sorbo inseguro, pensando que tal vez no era bueno tomarse el trago del estribo antes de cumplir con una responsabilidad semejante.

Les pasó la cerveza y siguió dando trancos ansioso de llegar a Alberto Figueroa y doblar en Tabaré donde estaba la mentada casa, la apasionada pareja empezó a quedar atrás, tan detenidos en los besos y abrazos que ya prácticamente ni escuchaban al anfitrión que debía devolverse cada tanto para apurarlos, se engulleron la cerveza como condenados a muerte, y tal como había pensado Camilo se embriagaron aún más, ya todo lo que decían era a los gritos, parecía se hubiesen confabulado para subir al pobre Camilo a un columpio de bromas pesadas sobre “la ridiculéz” que significaba ir a ver una casa que se recuperaba si le dabas “palabritas de aliento”.

-¡Esta es!- apunto, Camilo, apoyándose en el acacio, y cerciorándose ahí que el cartel de SE RENTA ya no estaba, y habían claros indicios de que tenía habitantes.

-Toquemos el timbre y preguntemos hace cuánto viven acá- dijo en tono tajante Cecy, descolgándose del cuello de Farfán.

Camilo dirigió la mirada al cielo, aún le quedaba algo de lucidéz, a pesar que tenía lapsos de amnesia alcohólica leve –Cómo se te ocurre, son más de las 2 de la mañana, mírense como están de ebrios-

-Ya, pero por qué le tenías que recitar poesías – sentenció de la nada, Farfán.

-No se si eran poesías, pero si había una intención literaria en todo, o sea salió no más, ¿y por qué te debo dar explicaciones?, si ni siquiera estuvieron allí cuando sucedió- respondió indignado Camilo mientras pensaba en que todo había sido una mala idea, desde contarles su secreto hasta llevarlos al lugar.

Farfán con la mirada perdida, insistía en contradecir la versión de su ex compañero de universidad –Es que a mí sinceramente la poesía me parece bien cursi, latera, o sea yo si tuviera la facultad de hablarle a una casa, lo que menos haría es ponerme a declamar…me parece que no va por ahí…-.

-¿Y qué sugieres tú?, señor campeón de las palabras- interrogó Camilo en tono semi conciliador, semi con ganas de saltarle al cuello.

-Yooo…-partió con tono arrastrado Farfán -…yooo le habría contado chistes, los mejores clásicos de todos los tiempos, ya que hablamos de humoristas, unos de dentistas, de pilotos de avión, de vecinos, de problemas limítrofes con los vecinos, unos picantes por supuesto, uno racista si amerita…. Digo porque , seamos sinceros, nadie que se esté cayendo a pedazos va a querer escuchar poesía, necesitan distraerse , reir… digo, en el caso que una casa se pueda reir -

-Está bien, puede que mis textos no sean los mejores, peeero ¡¡¿Chistes?!!!, la acción susurrante no puede quedarse en chascarros, acá hay magia seria y formal, este no un show de sábado por la tarde- Camilo, tenía una ebria indignación.

Desde que Farfán dijo por primera vez “Chiste”, Cecy había sido comparsa con carcajadas que chillaban en toda la calle, asentía a todas y cada una de las aseveraciones de Farfán- Yo apruebo la moción, aunque soy mala para los chistes, pero confío plenamente en Farfán que es un chistoso reconocido, si esta es una asamblea, somos dos votos contra uno, yo le podría cantar un tema de los Clash…-

Camilo se sentó parsimoniosamente en la vereda de enfrente-¡¡¿una asamblea?!!, de donde sacó eso esta…- y completamente resignado vio como la dupla opositora se tomaba el lugar, ubicándose en cada extremo del frontis impecable de la casona, pensó se dormiría enceguecido por la bronca o la ingesta, pero no, miró tranquilo y atentamente…como fuera la casa estaba radiante, arreglaba cualquier postal, ya ubicados “los tortolitos” no le pareció tan malo, a pesar que se largaron sin pausa, y al unísono, ella cantando punk rock y él contando los mejores del repertorio, sin duda se escuchaba terrible, los griteríos, desafinaciones importantes, carcajadas altas, bajas y medias, así por más de 10 minutos, por ahí por el minuto 11 se asomó una mujer sextogenaria por la ventana del segundo piso, con pinta de profesora que muy educadamente les dijo:- Jóvenes, en esta casa en que ustedes gritan como energúmenos vive un ex funcionario de la policía de investigaciones, el que hace más de 5 minutos llamó al cuartel central para que envíen un patrulla de reconocimiento, les pido amablemente depongan sus gritos, y  se retiren a sus casas- terminó la frase y elegantemente se salió de cuadro, se adentró casi deslizándose, cerró discretamente el postigo y todo quedó en silencio otra vez.

Camilo se asustó demasiado, al punto que hasta se despertó de la cruda que llevaba, debían salir de ahí de inmediato, no era la forma pensó, él debió intervenir antes, se recriminaba por ello, Farfán también preocupado trataba de calmar el nuevo escándalo en que los tres vociferaban echándose la culpa “ Siganme rápido, salimos por San Cristóbal, en Caliche doblamos y nos metemos por un pasaje piola que sale a Recoleta, ahí tomamos un taxi”, por vez primera esa noche le hicieron absoluto caso, mientras aceleraban el paso Camilo pensaba en los chistes que contó Farfán, que no escuchaba bien pero creyó reconocer ese del “niñito que se llamaba tarea” o el de “los zancudos que entran al bar gay”, eran buenos esos, le hacían gracia pero no podía ponerse a elogiarle la rutina a su amigo, lo más importante era huir de ahí, doblando en Caliche  sintieron sonar una sirena y mirando atrás en la esquina de Tabaré vieron aparecer una baliza roja, esas que iluminan todo y provocan un terror  escalofriante apenas aparecen, ese que recorre la columna de arriba abajo, y viceversa, -¡Corran!.- Gritó Camilo , ya con liderazgo absoluto, no miraron hacia atrás, solo escuchaban la sirena avanzando, Camilo entró al pasaje Vera, que no todos sabían pero salía a Recoleta, en la entrada Farfan y Cecy bifurcaron hacia el lado contrario que también se llamaba Vera, y ahí no se vieron más, Camilo, corrió, corrió y siguió corriendo, llegó a Recoleta agotado, se apoyó en un poste de luz, su respiración se oía fuerte y agitada, miró a su espalda y solo había silencio, caminó una cuadra por Recoleta y aún asustado tomo un taxi, llegó a su casa y desde el teléfono fijo llamó a Farfán  a su celular, salía una contestadora, tal vez los tenían en un calabozo y los flagelaban, o los habían llevado a la casa y la mujer los humillaba de la manera más vil… finalmente más de agobiado que borracho, se echó a dormir con ropa, como siempre hacía los fines de semana, en el sillón, como a las seis de la mañana se fue a la cama y cayó roncando largo y estruendoso hasta las 13 hrs del sábado, despertó con el rostro de sus amigos en la retina, sintió que tal vez los había traicionado pero qué más podía hacer, ¡y si después aparecían sus cuerpos en un zanja?, o inculpados de quien sabe qué cargo, se dio una ducha rápida y comió algo liviano, insistió al celular y a la casa de Farfán, no tenía datos de Cecy, aún nada, no habían pistas del par, se embuchó el bocado y partió, debía volver al lugar del crimen, el sábado estaba despejado, el sol pegaba agradablemente, iba con gafas y gorra para que no lo reconocieran, se bajo frente a Cerro Blanco, hizo el camino inverso de la noche anterior, el pasaje Vera, el punto donde había perdido a sus amigos, Caliche, San Cristóbal, se acercaba temeroso a la esquina de Tabaré, se bajó más la gorra, agachó la vista y avanzó sigilosamente, dobló y al vislumbrar la casa, grande fue su sorpresa de lo que vió, no podía creer la imagen que se enaltecía frente a él, se sacó las gafas para corroborar, y si, la casa estaba arreglada pero aún había una cuadrilla de albañiles pintando y arreglando puertas y ventanas, y uno muy carismático enterraba un cartel que decía “SE RENTA”,  se acercó a uno que fumaba afuera, ocupando lo que le quedaba de su hora de almuerzo y le consultó por la casa, el hombre le dijo llevaban algo más de un mes ahí pero recién le daban los toques finales para que la corredora la pudiese ofrecer en arriendo, “estuvo mucho tiempo abandonada, no le sabría decir quienes vivieron antes”.

Qué macabra broma del espacio y el tiempo les estaban jugando, debía ubicar a Farfán y Cecy, si nada de lo que había pasado la noche anterior tenía una lógica lineal esos policias podían venir de un mundo paralelo, un multiverso como decían en las películas, lo que podría dar garantías de que estaban bien, o no.

Llamó, desde un teléfono público a todos los fonos de Farfán y aún nada, volvió a almorzar a su casa y recién a las 18 hrs su amigo lo llamó de vuelta

 –Nos quedamos en un motel, a los ratis no los vimos más- contó algo jactancioso Farfán – Y si , pues, claro que me acuerdo todo el mono que pintamos anoche, es que fue demasiado alcohol, hay partes que no tengo claras pero de la señora que salió por la ventana si, ¿Yo estaba contando chistes?, la Cecy se fue a su casa pero cuando salimos del Motel nos estuvimos riendo del episodio y sobre todo que tu estabas taaan enojado-

Camilo tragó saliva y remató: -Tienes que llamar a Cecy, lo que vimos anoche no fue tan así, hay algo incoherente y ya que los tres vimos lo mismo ahora si me van a creer que algo raro pasa, debemos juntarnos pronto, ojalá mañana Domingo, pero te pido que, por esta vez, sin copete, sobrios como bebés y despiertos como centinelas, solo por esta vez…..-

Farfán asintió, colgó y llamó  a Cecy, no supo explicar bien que le pasaba a Camilo pero quedaron para el Domingo, por supuesto ella no creyó que sería sin copete, como fuera mal no lo había pasado…

 

Continúa en capítulo III:  Secretos revelados en susurrante armonía

 

 

 


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